18 de febrero de 2013

Concilio Vaticano III por Joaquín Moeckel

Publicado en el diario ABC

Gracias de antemano al lector o lectora (que se me enfadan los progres del lenguaje sexista) que se acerquen a perder su valioso tiempo en leer estas pobres líneas del juntaletras que suscribe. Un año más el diario ABC me permite el honor de poder ocupar un espacio donde personas tan autorizadas se dejan su pensamiento en la tinta que traduce la opinión. He titulado, como pueden observar, con algo muy atrevido. Sí, quizás sea atrevido solicitar un Concilio por parte de un ser tan insignificante como yo, pero mira por donde voy a tener esa osadía. La verdad, hablaros hoy del Vía Crucis si va a llover o si no, si está bien o mal organizado, si es bueno o no lo de cortar la calle… me aburre soberanamente.

El obispo Asenjo ha solicitado, en estos días, católicos con inclinaciones y vocación de servicio público que se impliquen en el mundo de la política para dignificarla y mostrar la nobleza de esta opción de servicio al bien común. Lo siento Monseñor, pero Dios no me llamó para seguir esa senda, lo dejo mejor para Bertone y Sodano que conocen bien esas lides. Yo prefiero ser parte de una sociedad civil que exprese y alce la voz de sus inquietudes. Por eso creo que es hora de la celebración de un nuevo Concilio, lo pido con entera libertad y siendo consciente de mi atrevimiento. Si hoy estamos aquí es gracias al Vaticano II.

Ya han pasado cincuenta largos años. Sé que los humanos contamos nuestra vida por años, mientras la Iglesia la cuenta por siglos, pero medio siglo no es nada despreciable. Es cierto que a Juan Pablo II le tocó derribar muros como el de Berlín que impedían la libertad, y que Benedicto XVI afrontó el derribo de los muros invisibles de tópicos contra el hecho de la religión pero la sociedad va cambiando, surgen nuevos problemas y la Iglesia debe naturalmente acompañar a la sociedad.

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