Sigo aquí, Señor, rezando
oraciones que aprendí,
pero al preguntar por Ti,
sigo dudando, dudando.
Señor, por la duda ando
entre preguntas desnudas,
esperando a que Tú acudas
a despejarme neblinas:
yo te arranco las espinas,
¡arráncame tú las dudas!
Mis dudas, mis sucesivas dudas, la duda del hombre, pero una duda
insomne, inquieta, desesperada a veces, que tiene más fuerza ante Dios que
la fe que se acomoda y lo da todo por hecho. La duda, ese eterno “no sé”
ante Él…
Con una cruz sobre el hombro,
pasas, Señor, ante mí,
y tu paso, al verte así,
con una oración lo alfombro.
Pero al rezarte te nombro
como siempre te nombré:
sin tener claro si es fe
lo que me empuja a rezarte,
o saber que tengo parte
en esa Cruz. No lo sé.
Antonio García Barbeito, Pregón Semana Santa de Sevilla
2010
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