24 de marzo de 2014

Los Posturitas

Artículo publicado por Fernando de la Torre en el periódico Huelva Información el día 20 de Marzo de 2014:

"LOS POSTURITAS"

Quiero empezar hoy pidiendo de todo corazón que nadie se ofenda, que aquel que se de por aludido lo entienda como una reflexión que hago con el aval de treinta y dos años de costalero y en activo hasta que Dios lo disponga, que nunca una ofensa. Y es que de un tiempo a esta parte una nueva generación ha irrumpido en el glorioso mundo del costalero. La más nueva, la más reciente y a mi entender además de esperanzadora, un tanto equivocada. Un tanto no, porque hoy me he propuesto dejar las tibiezas a un lado, yo diría que bastante equivocada, y me explico: 

El costalero se viste, no se disfraza. Y ahora parece ser que la tendencia, lo bueno, es precisamente disfrazarse con ese estrambótico uniforme compuesto por pantalones remangados y ajustadísimos (a ser posible chinos y de marca), camisetas de tirantas con estridentes leyendas y que a veces rozan la apología del masoquismo, calcetas de fútbol o de equitación (y eso que algunos de ellos tan sólo ven los caballos cuando salen nuestras hermandades para El Rocío), y si encima estamos tatuados ya entonces es lo más de lo más. De los costales, casi preferible no opinar, dado que estos chavales te dan una lección de técnica, costura y elección del textil, que te dejan temblando. Eso sí contra más vistosa la tela, mejor costal tienes. Toda una lección de geografía de Sudamérica cuando al saco se refieren. 

No digo que no se evolucione, miren por dóonde un servidor este año estrena costal de doble trama, y reconozco que es un gustazo, pero me ha parecido después de hablar con algunos y leer a muchos en las redes sociales, que se equivocan, se siguen equivocando. Así no. Sin respetar a tus mayores jamás, pensando que con ustedes llegó el costalero, en la vida. Que no, que así no. 

Es cierto que existe el costalero de devoción y el aficionado. No seré yo quien se pronuncie a cerca de lo que es mejor, bueno, sí, me voy a pronunciar, indudablemente me quedo con el primero… y lo hago desde el punto de vista de que ahora "a mi no me toca el cuello cualquiera", frase muy al uso en nuestros tiempos… en los míos, chavales, se decía "mañana hay que sacar tal o cual cofradía, porque se queda en la Iglesia" y aunque te tocara el cuello el que fuera y la tuya la sacaras el día antes, allí estábamos. Quizás por eso hoy siguen las cuadrillas de costaleros, esas que de manera equivocada queréis cambiar a vuestra imagen y semejanza y si no, me voy a otra, a la de enfrente si es posible. 

Se me olvidaba, lo de el costal colocado en los huesos propios de la nariz, aún nadie me ha dado una explicación coherente del por qué. Es más, pienso que ha de ser incomodísimo no ver un pimiento con el consiguiente riesgo de llevarte una farola por delante. 

Que no, que estáis equivocados de todas a todas. Que éste mundo maravilloso que os ha acogido no es así como vosotros queréis imponernos… que la primera lección que se ha de aprender es la del respeto a los que están y, sobre todo, a los que estuvieron y forjaron esta manera de vida que es sentirse costalero. Ellos no se disfrazaban, no se hacían fotos de los cuellos cada ensayo; es verdad, no había móviles. Tampoco resoplaban (la mayoría), cuando venían mal dadas y no se miraban en los espejos de los coches ni de los escaparates porque en la mayoría de los casos no había relevos ni posibilidad de salirse de el paso.

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