15 de marzo de 2012

¡Al Cielo con Ella!



“…….los cables del tranvía que perdimos! Sin los que, de momento, no hubiera existido «Al cielo con Ella» en la voz de los capataces. Existe gracias a los cables del tranvía de Almirante Apodaca, donde está la Hemeroteca. El Balilla, aquel costalero histórico, me lo contó cuando estaba como todos los días vendiendo lotería en el patio de operaciones del Banco Bilbao de la Plaza Nueva.

Viernes Santo por la mañana. El palio de Los Gitanos, como el tranvía de Nervión, el 25, va por Almirante Apodaca. Lo manda el capataz Salvador Dorado. El Gordo Penitente. El cargador del muelle, miliciano de Triana y oficial del Ejército Popular que evitó que los rojos (sí, he puesto los rojos, ¿pasa algo?) quemaran al Cachorro en el 36, por lo que terminada la guerra no lo fusilaron los nacionales. Está el palio parado en los Juzgados. «Venga ya esa levantá», dice el fiscal. Y El Gordo, tras mirar a los cables del tranvía, para animar a su gente, antes del golpe de martillo grita:

-¡A los cables con Ella!

Al Balilla, que va de patero y es el poeta de guardia que Sevilla siempre reserva para estos casos, los cables del tranvía le parecen demasiado prosaicos para la Virgen de las Angustias. Y, voz de alpargata y sudor tras el faldón, corrige al Penitente:

-¡No, a los cables, no! ¡Al cielo con Ella!”


Antonio Burgos.

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