16 de abril de 2012

Reflexión Semana Santa de Huelva

El otro día un buen amigo y cofrade me comentó que leyera un artículo de opinión que él había leído en el blog jesusrodriguez.blogia.com. Lo estuve leyendo y la verdad es que me hizo reflexionar sobre nuestra Semana Santa de Huelva, es obvio que comparto algunas cosas y otras no, pero como me hizo reflexionar, os lo dejo, con mi más sincera recomendación de que le hecheis un ojo, porque cuanto menos os va a dar que pensar.




Con el grato recuerdo áureo del palio de la Esperanza Trinitaria en mis ojos acaba, como casi la de todos los cofrades onubenses, una nueva  Semana Santa. Curioso, cuanto menos,  resulta decir “nueva Semana Santa” cuando a los ojos del espectador de a pie, esos que engrandecen ésto y llenan las calles de todas las ciudades,  parece que siempre es lo mismo año tras año. La misma escenografía tragicómica de la Pasión, Muerte y Resurrección del Salvador. Atrás quedan ya los días por excelencia de las pipas de girasol, los montaditos de aguja y los saludos repetitivos a las mismas personas, en  los mismos sitios y casi a la misma hora durante los seis días de cofradías en nuestra ciudad. Ahora, algunos días después de cerrarse las puertas del templo hasta una nueva Cuaresma, es el momento de la autocrítica, la reflexión y el balance pertinente de lo que ha sido o es nuestra Semana Mayor.
Ni que decir tiene que éstas son mis letras, éste es mi espacio y ésta es mi opinión. No pretendo sentenciar ni dar lecciones de nada, y menos aún,  de esta Licenciatura donde cada vez hay más Doctores Honoris Causa y menos alumnos que acudan a las aulas. Únicamente es mi opinión, mi reflexión y mis vivencias. No te pido, amigo lector, que las compartas y hagas tuyas puesto que soy yo, modesto mezclador de frases,  el que gratuitamente las quiere compartir contigo.
Dos ideas principales gestan y marcan esta apocalíptica perorata. La primera es sencilla, LA SEMANA SANTA DE HUELVA NO ME GUSTA. La segunda de ellas, mucho más compleja, es para sacar nota, para gente de ésto curtidas en Casas de Hermandad y noches de montajes. LA SEMANA SANTA DE HUELVA URGE UNA REVOLUCION DE INMEDIATO.
Empecemos por la primera de las premisas expuestas anteriormente. Sin duda se trata, como digo y repito incansablemente, de  una cuestión personal e individual, no existen reproches ni recelos, pero es una cuestión intachable que salvo pocas y contadas excepciones la Semana Santa de Huelva no me gusta. Valoro que nuestra Semana Santa se queda en un  aprobado raspado. Quizás apurando el poso de la nostalgia y la devoción llegaría al Bien si buscamos matices donde no los hay. Poco más.
Al aficionado al fútbol no le importa gastarse 100 euros en una entrada para ver el Barcelona o el Real Madrid. El taurino, se desvive por ver unos lances de José Tomás oliendo a albero y Cohiba. ¿Qué malo hay en tener gusto? ¿Porqué nos aferramos al catetismo localista de decir “no no, lo nuestro es lo mejor”?. Al cofrade, al capillita, la Semana Santa de Huelva se le queda chica, vacía, pobre. Teniendo a poco más de tiro de piedra al eterno espejo de nuestra envidia y, dicho sea de paso, la mejor de la Semana Santa al menos como la entendemos los andaluces  “guadalquivistas”  ¿qué malo hay en disfrutarla, gozarla y vivirla, y querer aprender y disfrutar de ella?.
Si observamos atentamente el conjunto de la Semana Santa de Huelva, extraemos instantáneamente que es una Semana Santa inconclusa y sin miras de acabarse y cerrarse. Vemos Cofradías con pasos a medio terminar que se embarcan en la ejecución de otro sin atender a lo que se tenía previamente, palios que se estancan en su ejecución por que los Mecenas en cuestión se rebotan con unos y otros, dinero mal gastado en insignias, imágenes o enseres, adquiridos al capricho de los que durante los cuatro años del mandato rigen el devenir de determinada Cofradía. Ausencia de Proyectos de Cofradía, y si los hay, se saltan a la torera por rencillas y rencores, y vanaglorias egocéntricas de anunciar a bombo y platillo que “yo soy el que le ha hecho este paso al Señor”.
Fijémonos detenidamente y de un modo honesto en cada una de nuestra Cofradías. ¿Realmente nos conformamos con los que tenemos? Juguemos a adivinar mentalmente algunos detalles. ¿Nos fijamos en las insignias? La mayor parte de los juegos de insignias de todas ellas son bastantes deficientes, insignias “raras”, poco acertadas tanto en ejecución como en significado, poco originales o demasiado atrevidas. Si atendemos a los pasos de cristo, nos encontramos en muchos casos misterios inconexos, mal ubicados, sin gusto a nada y, recientemente, con una ejecución artística bastante deficiente. Que todos los imagineros no pueden ser Navarro Arteaga es evidente, pero hay imágenes que simplemente no se pueden permitir dentro de una Semana Santa actual. Los pasos de palio. Más de lo mismo. ¿Nos conformamos con diseñitos medio decentes y poco originales como los últimos en presentarse a la Huelva Cofrade? ¿a esto es lo máximo que aspiramos a la hora de hacer algo nuevo?. Respóndanme vosotros mismos ¿qué orfebrería destaca por su originalidad en diseño y ejecución?. ¿Porqué palios bordados que en algunos casos son primos hermanos de algunos de la vecina localidad no terminan de cuajar?
Seamos sinceros. A excepción de muy poquitas Cofradías como puede ser Oración en el Huerto, Victoria, Esperanza, Pasión, Tres Caídas o Nazareno, el resto son Cofradías que subsisten por la inercia de la Junta de turno, con unas carencias culturales y estéticas tremendamente importantes y con unas nulas perspectivas de futuro de cara al crecimiento cultural, religioso y artístico.
En otro plano totalmente diferente me gustaría recalcar que a día de hoy, la mayor parte de las Cofradías de Huelva, están en manos de personas con una cualificación cultural y religiosa más que dudosa para el ejercicio de sus cargos de gobierno. Están por que han llegado. A base de codazos, porque no había nadie, o porque alguna cuadrilla de costaleros los han colocado ahí. Pero pánico da el ver y adentrarse en las listas que conforman muchas Juntas de Oficiales de determinadas (y algunas con abolengo) Cofradías de nuestra ciudad. Niñitos y niñitas que han sabido apartar a los que saben de esto para buscar su momento de gloria en forma de programa televisivo, radiofónico y página de internet.
Por todo ello, y por algunos aspectos más que se guardan en el tintero de la prudencia, me reafirmo en la idea de que la Semana Santa de Huelva no me gusta. Ni me gusta ni tiene visos de que pueda cambiar mi percepción en los próximos años y es aquí, en consecuencia a lo expuesto, donde aparece la segunda premisa de mi reflexión. La necesaria y urgente “revolución” en nuestra Semana Santa.
Fue a finales de los años 70 cuando llegan a determinadas Cofradías de nuestra ciudad  un nutrido grupo de jóvenes que empezaba a “ver mundo” más allá de la calle Berdigón. Llegan a sus hermandades con ideas más que establecidas en otros lugares y con un sentido eclesiástico y cultural de ésto que en algunos casos fueron tachadas como de ridículas e incomprendidas. Llegan, y simplemente levantan ésto. La Semana Santa de hoy es fácil y resulta difícil comprender como apenas treinta años atrás había Cofradías que se planteaban no salir porque no había ni dinero ni nazarenos, otras que colocaban carros en sus pasos para sacar las imágenes, otras que adornaban sus pasos con flores de papel o plástico…  y de ésto hace dos días como el que dice. Hubo sin duda una revolución, un apretón de tuercas, un giro estético. Y hoy, nuevamente, se hace necesaria otra explosión espiritual y estética que revitalice la decadente y vulgar Semana Santa de Huelva.
Analizando la realidad de nuestra ciudad y nuestra Semana Santa empezaría por valorar y afirmar que en Huelva hay un elevadísimo número de Cofradías. Si atendemos a los datos del censo, solamente en el término municipal de Sevilla hay unos 700.000 habitantes, excluyendo de éste dato las nuevas ciudades dormitorio como Tomares, Camas, etc… y si tenemos en cuenta las Cofradías integradas en el máximo órgano cofrade hispalense (sumando las diez que no hacen Estación de Penitencia a la Santa Iglesia Catedral) sale una Cofradía cada 10.000 sevillanos. Imagínense el porcentaje si sumamos los habitantes que conforman el anillo metropolitano de Sevilla. En nuestra ciudad y tomando como referencia los mismos datos sale una Cofradía cada 5.000 onubenses. ¿No os resulta curioso? Cuanto menos es un dato a tener en cuenta.
Por lo tanto creo necesaria y urgente una renovación y reducción del  número de Cofradías que tenemos en nuestra ciudad ¿sería viable una tendencia al fomento de Archicofradías y fusiones de Hermandades?. Las últimas Cofradías fundadas en Huelva están destinadas, contextualizadas y ancladas en un único paso ¿sería tan tremendo aglutinar Cofradías?. Siglos atrás estas decisiones se tomaban y no ocurría nada, puesto que se abordaban estos temas por el bien de la Semana Santa. Ahora bien. Si descendemos el número de Cofradías… ¿qué hacemos con las personas de las Juntas de Gobierno? ¿es realmente lo que importa? ¿pertenecer a ellas, tener protagonismo?. Reflexionemos sobre esto.
Otro aspecto a tener en cuenta es la capacidad de gestión, formativa y religiosa de los que formamos parte de ésto. ¿Estaría del todo mal encaminado que se exigiera un mínimo intelectual, cultural y religioso para formar partes de las Juntas de Oficiales?. Obviamente no se trata de tirar de currículum o hacer un examen de ingreso, pero ¿no se podría vigilar más y mejor por parte del clero y los organismos competentes éste tipo de asuntos?.
También estimo que sería conveniente la implantación de un código o reglamento por el cual se rijan las Cofradías y en el que se enmarquen las pautas a seguir en un plano estético y cultural. ¿Sería onírico darle forma a esos afamados “canones”?. No se trata de decir: “Cofradía de Silencio igual a lirios moraos”, obviamente no, pero si vigilar (siguiendo con el ejemplo de las flores) determinados exornos y tipos de flores. ¿Nos veríamos coartados los priostes a la hora de tomar decisiones?. Es posible. Ponerle puertas al campo es difícil, pero existen unos límites, unas pautas que habría que seguir. Se dice que los libros de los gustos no están escritos. Difiero. Sí están escritos, lo que ocurre es que no están leídos.
Margot suena por enésima vez en mi portátil y el olor del incienso se disipa ya con el ácido y mortecino aroma del carbón requemado. Me doy cuenta que son ya tres folios de fantasía cofrade que en lugar de ser utilizada para la reflexión será apellidada por aquellos pocos lectores con un “ité el enterao éste”. Me doy cuenta que de nada sirve plasmar unas letras salvo para apaciguar la frustración de uno de esos cofrades a  los que realmente les duele ver la realidad de todo esto.
Dentro de un año todo estará igual, se abrirán las puertas de la Mayor de San Pedro y volveremos a revivir a nuestra manera la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo.

Web: http://jesusrodriguez.blogia.com/

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